Las ruedas son las encargadas de transmitir la potencia del motor sobre el suelo para mover el vehículo y dirigirlo hacia uno u otro lado. Además absorben las pequeñas irregularidades del terreno, complementando el papel que desempeña el sistema de suspensión. Por encima de todo, hay que tener en cuenta que las ruedas son el único punto de unión entre el vehículo y el asfalto. Todos los artilugios que llevamos a bordo no sirven de nada si nuestras ruedas no cumplen su función como es debido.
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Para lograr un adecuado mantenimiento de esta parte del vehículo, además de conocer las características de los neumáticos que calza nuestro coche resulta básico someter a las ruedas a una mínima inspección periódica para asegurarnos de que su presión de inflado es correcta, que la profundidad del dibujo es la suficiente, teniendo en cuenta que circular con menos de 2 mm de dibujo es una temeridad y con menos de 1,6 mm es, además de temerario, ilegal.
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Aprovechando que nos agachamos para revisar la presión y el dibujo de las cubiertas, también podemos comprobar que no se hayan producido cortes ni deformidades en los neumáticos y que no se aprecian cristales o piedrecitas incrustadas en la banda de rodadura. Aunque quizá la mejor forma de mantener los neumáticos en forma es circular con cuidado de no destrozarlos. Un bordillazo tras otro o un paseo por encima de los restos de un accidente son la mejor receta para quedarnos descalzos sobre el asfalto en el peor de los momentos.
